Descripción
Escrito originalmente en 1842 como «The Landscape Garden», y ampliado varias veces a lo largo de los años hasta alcanzar su forma definitiva en 1847, «The Domain of Arnheim» es uno de los textos más singulares, a la vez que poco leídos, del maestro del relato fantástico norteamericano. En él, el verdadero protagonista es el paisaje, conformado por la interrelación entre jardín y arquitectura, y que da pie a un rico juego literario que rebosa de simbolismo, enigmas y misterios. Muchos críticos han observado en esta obra un precedente primitivo del surrealismo, gracias a la enorme influencia que tuvo en autores franceses como Charles Baudelaire o Raymond Roussel.
Aunque habitualmente se confunde con un tratado sobre jardinería envuelto en una atmósfera oscura, «Los dominios de Arhnheim» es mucho más que eso: el protagonista, Ellison, diserta sobre la relación entre filosofía y naturaleza, y el impacto que tiene la acción del hombre sobre ella. Su conclusión es que la naturaleza es un borrador casi perfecto de todo lo que puede conseguir la mente humana gracias a la imaginación. Dos años más tarde, Poe continuó con el tema en «La casa de Landor», una pieza breve escrita en 1849, y que fue el último texto en prosa que completó antes de su muerte, en noviembre de ese mismo año. En esta edición reunimos los dos relatos por primera vez como una unidad compacta, con una introducción y nueva traducción de Juan Gabriel López Guix.
«¡Qué raros son los devaneos de su imaginación y, al mismo tiempo, qué audaces! Elige por norma la realidad más extravagante, coloca a su protagonista en la situación psicológica o superficial más extraordinaria y, entonces, describe el estado íntimo de esa persona con penetración maravillosa y un sorprendente realismo.» FIÓDOR DOSTOIEVSKI
«Edgar Poe no es específicamente un poeta o un novelista: es poeta, novelista y filósofo. Lleva en sí la doble naturaleza del iluminado y del sabio. Lo que será eternamente digno de encomio es su preocupación por todos los temas importantes y dignos de atención de un hombre espiritual.» CHARLES BAUDELAIRE
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